Introducción

Esta primera actividad (que no sé si he sabido enfocar bien o no), la he tomado tal y como se nos pedía (además de como aprendizaje del uso del campus y sus herramientas), como experimentación de los diferentes materiales, texturas, y trazos. Además me lo he planteado como un ejercicio de dibujo rápido, instantáneo, o espontáneo (contrario a lo que suelo estar acostumbrado) y como una manera de evaluar si los materiales que he adquirido son de una calidad, al menos, decente.

Para dar contexto a todo lo anterior, yo estoy acostumbrado a dibujar con lápiz y carboncillo, con claroscuros, y a un dibujo pausado, copiando imágenes, fotografías o cuadros y composiciones que me gustan. A ir, digamos, sacando las siluetas de las sombras. Asumo el Taller (y sobre todo el Grado) como un proceso mental que me permita abrir esas fronteras, romper el corsé imaginativo y desatar la capacidad de composición y de dibujar al natural.

Contemplo el Grado y sus asignaturas, además de como un proceso para aprender técnica (siento, por ejemplo, frustración a la hora de dibujar paisajes y de usar la perspectiva o el color y la forma de mezclarlo me suponen un desafío nuevo),  como un ejercicio de saber abrazar lo abstracto, de apreciar lo intuitivo, y de romper las barreras mentales que pueda traer conmigo.

En la actividad inicial de «Texturas» (dibujos 1 a 7) sencillamente he dibujado de forma espontánea y con trazo rápido cosas que tenía delante de mí, bien alternando el mismo dibujo pero con diferente material o bien sencillamente dibujando por el placer de experimentar.

El lápiz o el carboncillo (si bien acostumbro a dibujar de una forma más pausada) es para mí la familiaridad. Probé las barras de grafito también y las encontré relajantes, perfectas para la improvisación y el atrevimiento. En cambio el uso de acuarela y el color ya me trajo algo más de frustración. En primer lugar creo que porque debo mejorar la calidad de la acuarela y el pincel utilizados. No agarraban bien al papel ni permitían mezclarse bien los colores. Aunque he de decir que los pocos momentos en los que el trazo «cuajaba bien» era bastante satisfactorio el efecto conseguido. La suavidad de la acuarela invita a la pausa pero también te hace «temeroso» al error en el trazo. En ese sentido la veo parecida al uso del claroscuro cuando ya se están perfilando con 6B o 9B las partes finales: cualquier error resulta fatal.

La pretensión de los diferentes dibujos ha sido meramente experimental, figurativa y rápida para ver qué ejecutaba la mano de un mero vistazo por la ventana o a mi alrededor de los objetos de la habitación. Quizá, fruto de ello, se ha acentuado mi «preocupación» ante la dificultad que encuentro para dibujar perspectivas correctas y paisajes. Noto que mi mano y mi mente no están entrenados para plasmar lo que ven mis ojos. Siempre he dibujado en primer plano, retratos, centrándome en la figura o el rostro humano, en gestos, en algo más de realismo, pero nunca en encuadres de escenas amplias, objetos y colores.

– Los dibujos 1 a 3 son un mismo boceto rápido sobre un macetero con una taza de café, con una estantería de fondo. Sin detalle, ni perspectiva, ni más pretensión que ver cómo sentía hacer una misma cosa con diferente textura (lápiz, carboncillo o tinta). La tinta te exige tener claro el trazo, siendo más vistoso con menos (como el grafito o el carboncillo).

– En el  dibujo 4 he trazado con pinceladas rápidas e intuitivas lo que veo por la ventana de una habitación (una escultura en un parque). Lo primero,como ya he señalado, es que me resultó frustrante el uso de la acuarela creo que por la calidad del material en sí. Costaba cada pincelada, no mezclaban los colores, y no era suelto el trazo. Me causó también frustración el no encajar el paisaje con una perspectiva mínima que diera impresión de volumen o tridimensionalidad. Si bien fue un ejercicio de experimentación en el trazo, sí que me hice «autorecalcarme» mi déficit en ese aspecto cuando de paisajes hablamos. Sé dar volumen desde el claroscuro y los primeros planos, pero no desde la amplitud de un paisaje. Ahí poco difiero de un dibujo infantil.

– En el dibujo 5 experimenté en técnica acuosa con el color amarillo para esbozar el típico recuerdo de la torre Eiffel y una taza que estaba junto a éste. Me gustó el efecto sombra a los pies de ambos bocetos.

– En el dibujo 6 a pastel esbocé rápidamente el mismo árbol que veo a través de la ventana. Me divirtió usar los dedos para difuminarlo, y cada movimiento sobre el papel me parecieron enérgicos, rotundos. Lo mismo puedo decir sobre la cabeza de caballo inspirada en el propio dibujo que en la cajetilla de pasteles venía impresa. Con poco se afloran resultados

muy efectistas.

– Por último el dibujo 7, también con técnica acuosa, fue de entre todos los de esta técnica, el que mayor satisfacción me produjo en el trazo (junto al dibujo 13 de mi perro) por conseguir en poquísimos trazos poder visualizar lo que quería transmitir.

En los dibujos de la actividad de «Gestos, movimientos y expresiones» (dibujos 8 a 14) me he permitido ir de lo más abstracto (lo que me evoca en la mente el pisar pesado de un dinosaurio en el dibujo 8, o el aleteo de una mariposa en el dibujo 9), hasta un boceto a «vuelapluma» en bolígrafo sobre el caminar de un lobo sobre la nieve -dibujo 10-, o el movimiento que me imagino de un jueguete de mi hijo que es un canguro boxeador -dibujo 11-.

En acuarela he intentado desde plasmar sin más pretensión lo que mi mente entiende por el movimiento marino (en una especie de peces o calamares) – dibujo 12-, hasta intentar reflejar la paz que la quietud de mi perro echado junto a mí me transmite (en este caso he querido reflejar el movimiento por contraposición: éste se produce alrededor nuestra, a través de las hojas del árbol que se va deshojando -dibujo 13-). También he trazado el boceto de una foca (inspirado en un peluche de mi hijo) siendo el aleteo o agua sacudida de su alrededor lo que me da su movimiento -dibujo 14-.

De entre todos, el dibujo de las huellas del dinosaurio es el que más relajación me ha producido realizarlo, el que más libertad he sentido plasmándolo y mejor creo que ha conseguido reflejar lo que mi mente proyectaba en mi imaginación, seguido del aleteo de las mariposas y las espirales aleatorias que forman al volar.

En la actividad tercera de «escala de grises» (dibujos 15 y 16) sencillamente trato de conseguir el resultado de sombreado pedido.

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